NIEVE

domingo, 5 de julio de 2020

8ª etapa. LOGROÑO A NAJERA.


Un poco perezosos nos hemos levantado hoy. Serán efectos secundarios de los vinos de ayer. Son las 7.30 cuando desperezamos nuestros cuerpos y, con la mochila a la espalda y una magdalena cortesía del albergue, empezamos el caminar por las calles de Logroño.






Nos enfrentamos con unas de las etapas más largas del Camino. Cuesta salir de Logroño, aunque el parque de la Grajera hace más agradable este quehacer. Muy animado y concurrido por especímenes de todas las especies runners, paseantes, ciclistas y algún que otro peregrino.



Cómodamente llegamos hasta el embalse del mismo nombre, construido en 1883 sobre una laguna. El entorno es encantador, ¡que gran tesoro tienen en Logroño con este rincón!



 Un pequeño pero exigente repecho, acompañados por la silueta del toro y nuestra próxima parada, el hospital de peregrinos de San Juan de Acre.



Aquí me permito contar un poco de su historia. Tras una epidemia, fue desmantelado y sus piezas más singulares sirvieron para cercar el cementerio de Navarrete que encontraremos a la salida de la población. 


En el pueblo realizamos una parada más que intensa. Recordad que solo tenemos en nuestros estómagos una simple magdalena, así que empezamos a buscar con ansia un bar. Encontramos un lugar muy bien situado, con una bonita y sombreada terraza. Un plato con huevos, patatas, chistorra y bacón regados con unas jarras de un delicioso tamaño.



Cuando termina con su ración, permitimos a JF que se levante y corretee.




Perezosos, continuamos por sus calles, hasta abandonar la población. Pero no llegamos muy lejos. Con el estómago en semejantes condiciones, decidimos tumbarnos en una buena sombra delante del cementerio y así poder observar la puerta con sus arcadas del peregrino y los dos ventanales anexos a esta.





Por una pista paralela a la autovía, continuamos hasta un desvío donde tenemos que elegir entre ir a Sotés o seguir de frente. Nosotros ya llevamos bastante kilometraje y no deseamos ampliarlo más. El calor del día esta aplanándonos poco a poco, así que seguimos caminando.


Nos acercamos a Ventosa, donde nos recibe la iniciativa “1 km. de Arte”. Estas pequeñas obras hacen más llevadera estas horas centrales del día. 




No llegamos a callejear por la población. Eso sí, tenemos unos de los muchos momentos a recordar de este Camino. Aquejados por la sed, paramos en el café Buen Camino a tomar unas Coca-Colas. Frase a frase, empezamos una animada charla con un lugareño. Poco después, un amigo de este se une y empezamos a “arreglar el mundo”. La verdad es que estábamos muy a gusto. Cuando la charla es amena, da pena tener que finalizarla. Incluso ellos empezaron a dar razones para que no  marcháramos, que continuáramos un rato más con ellos. Nos tentaron pero  no podía ser, teníamos todavía 10 kilómetros por delante hasta llegar a Nájera. Con agradecimiento hacia la compañía, partimos a seguir con nuestro acólito, el sol.




Cansados ya, perdemos las flechas a seguir y no sabemos cuándo, un desvío se nos escapa. Pero enseguida volvemos al buen camino gracias a San Google. Encontramos un guardaviñas, construcción circular que servía de refugio para los agricultores.




Entramos ya a Nájera, reventados. Y parece que nuestro albergue esta en la otra punta del pueblo, y que cada vez lo alejan más. Al fin llegamos al Nido de Cigüeña, la verdad es que el nombre me enamora.  Poco podemos decir del pueblo y del albergue en sí, puesto que el cansancio hace mella en nosotros y nos quedamos ya en la habitación una vez tomada una reparadora ducha.





Con bienvenidas así, uno se siente como en casa.




Historia y leyenda de la Orden de la Jarra o de la Terraza.
Cuenta una leyenda que, allá por el año 1044 después de Cristo, García Sánchez III, Rey de Nájera-Pamplona, Álava y parte del condado de Castilla, salió de caza con su halcón. Entre los árboles, algo atrajo su atención, el vuelo raudo de una perdiz.  De inmediato, soltó su rapaz, que comenzó a perseguir a su presa. Esta, viéndose en peligro, se refugió entre unas rocas y hacia allí se lanzó el halcón.
Tras un rato, al no aparecer ninguna de las dos aves,  el monarca, intrigado, se aproximó. Aparto la maleza con su espada y descubrió una galería.  Avanzó y, de repente, un resplandor le sorprendió.  La escena que descubrió en la galería le hizo postrarse: sobre un altar tosco, iluminado con una luz, relucía la talla de una Virgen. Junto a ella,  descansaba una jarra de azucenas… y paradas frente a la imagen, las dos aves en perfecta armonía.

Decidió construir allí un monasterio y creo la Orden de la Jarra o de la Terraza, la primera y más antigua institución caballeresca de España.






No hay comentarios:

Publicar un comentario