NIEVE

lunes, 13 de julio de 2020

15 etapa. CASTROJERIZ A FROMISTA.

Con el frontal encendido salimos de la última villa burgalesa del Camino. Tras pasar el río Odrilla por un puente de madera, afrontamos la corta pero intensa cuesta de Teso. Es bueno esto de ir medio dormidos, hace que no te des cuenta de los miles de pasos que das.
En lo alto descubrimos el paisaje de Tierra de Campos. Recuperamos un poco de resuello contemplando los colores que nos rodean. Seguimos, ahora nos acercamos a la fuente del Piojo, no preguntemos el porque del nombre, mejor no saber.
A nuestra marcha, a nuestro caminar, el sol ya está encima de nosotros, mostrando todo su esplendor. De repente, dos peregrinos nos adelantan con el típico “Buen Camino”: él en un perfecto castellano con fuerte acento alemán, y ella con un gracioso deje tal vez del sur de España.  Los saludamos también, intentando recuperar un poco el aliento ya que estamos en plena subida de una loma y a nosotros todo el oxígeno nos es más que necesario. Cuando marchan delante de nosotros, Miguel y yo nos miramos perplejos ante el atuendo de ella. Chanclas sin calcetines y nevera de tela a la espalda. En fin, hay peregrinos para todo. Nos quedamos muy asombrados con ello y seguimos caminando. Quién hubiera dicho en aquel momento que esa chiquilla iba a significar tanto en nuestro Camino.
A nuestra izquierda, la parroquia San Nicolás: albergue perteneciente a Itero de Castillo. Caminamos por el puente de Fitero, o de la Mula, y damos el paso de la provincia de Burgos a la de Palencia. 
El sentimiento que experimentas al ir cruzando en tu caminar provincia a provincia es muy satisfactorio. Te sientes capaz de llegar a donde sea a través de la mejor de tus herramientas, las piernas. Traspasar los límites día tras día, dejando que tus pasos te lleven hasta la siguiente población con la convicción de que algo interesante saldrá a tu encuentro.
Y para celebrar la entrada en Palencia, paramos a desayunar. El bar tiene una amplia terraza en la cual nos instalamos y, mientras tomamos nuestros cafés, vemos pasar a varios peregrinos. Algunos de ellos también aprovechan el lugar para hacer una parada. 

Un lugareño nos acompaña a la salida del bar y nos explica un poco de la historia del entorno y como a nosotros nos gusta escuchar, pasamos un buen rato en su compañía.
Cuando aparece a nuestro lado el Canal del Pisuerga ya estamos muy cansados pero, al menos, este nuevo acompañante hace que el camino sea más ameno. Entramos en Bobadilla paseando por sus calles, junto al rollo jurisdiccional, contemplando algún palomar. De nuevo, junto al Canal.
Sobre las 13 horas llegamos al albergue: una merecida ducha y salimos limpios y ligeros a buscar dónde comer. Entramos en un restaurante que hallamos en la plaza Fromista. Esperamos a ser atendidos para preguntar si hay sitio cuando vemos que delante de nosotros están los peregrinos que tanto nos han llamado la atención por la mañana. Con una gran sonrisa ella se vuelven y nos saludan. Empezamos a tener una charla con ellos y pronto nos invitan a sentarnos con su grupo en la comida. Son sólo dos en esos momentos, pero están esperando al resto del grupo ya que uno de ellos ha tenido problemas con la espalda y han tenido que solicitar los servicios de un taxi para que les trasportara las mochilas y ellos parar un poco a recuperarse.

Accedemos gustosamente a sentarnos con ellos. Mientras, unas cervecitas y empezamos las presentaciones. Ella: Vicent, de Valdepeñas. Él: Mathias, de Alemania. La sorpresa mayor es cuando llega el resto del grupo. Uno de ellos, Marco, el italiano con el que compartimos la misa de la bendición del peregrino en Hornillos del Camino. 
Juntos ya en la mesa conocemos a Ana y Luis Mi, dos hermanos del País Vasco y a Santiago, de Pamplona. En la más perfecta armonía trascurre la comida y la sobremesa. 
Vuelta al albergue, donde estamos casualmente todos alojados. Aunque en estos tiempos de covid, esto no es mucha casualidad ya que hay pocos lugares abiertos. Perfectamente integrados en el grupo, entre todos procedemos a la búsqueda de dónde dormir ocho personas al día siguiente en Carrión. 

Está siendo difícil la tarea, pero al final la perseverancia de un vasco da sus frutos. Luis mi consigue alojamiento. Ya podemos relajarnos. Miguel y yo decidimos salir por Frómista con la intención de visitar una de las joyas del Camino: la iglesia de San Martín de Tours.
Quedamos más que satisfechos con la visita y con nuestras retinas llenas de Románico, nos sentamos a tomar una ligera cena de picoteo con unas cañas. Ahora ya a descansar, que mañana continúa el Camino.





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