NIEVE

sábado, 13 de junio de 2020

PUENTE DEL BATAN (Ariño) y CHAPARROS (Pinturas Rupestres)




Otro sábado para escapar y conocer rincones de nuestro Aragón. Primer fin de semana de la fase 3, en la que podemos salir de nuestra provincia, pero no de nuestra región. Toca decantarse, ¿Huesca?, ¿Teruel? Barajamos distintas opciones hasta que tomamos rumbo hacia el sur, un bonito rincón alrededor del río Martín.

Primero de todo, antes de continuar leyendo mi entrada, aviso que de momento esta ruta esta capada. Una de las pasarelas que pasan de orilla a orilla está hundida. Tengamos fe en que pronto subsanen este problema.  Pero mientras, si os decantáis por hacerla, más adelante os daré algún consejo.


Empezamos el día. Arrancamos dirección Ariño. Cuando nos falta poco para llegar a esta población, tras dejar atrás Albalate del Arzobispo, en la A-1401, tenemos que estar alerta para ver los carteles de ruta. A la altura del puente del Batán, encontramos lugares para aparcar el automóvil.



Nos preparamos para el paseo: gorra, crema solar y una mochila con ricas viandas a nuestra espalda. Cruzamos la carretera con precaución para llegar al comienzo de la ruta.





Ojo, aquí va mi consejo sobre la posibilidad de encontrar, como nosotros, el puente hundido.

Nuestro objetivo era caminar por la margen izquierda, visitando los diferentes abrigos con pinturas rupestres, llegar hasta la zona de descanso, desde donde bajar hasta el cauce del rio para cruzar a la otra orilla y continuar hasta la central. Después retornar hasta el punto de unión, el puente y, sin cruzar, volver por la otra margen, paralelos a la canalización de agua.

Al no existir dicho puente en estos momentos, aconsejo empezar por la orilla derecha desde el puente de Batán y así poder continuar hasta la central. Los abrigos del lado izquierdo nos los perderemos, pero podremos disfrutar de los otros dos que se encuentran en ese tramo final.

En fin, ningún problema, lo que no hemos podido realizar hoy, lo guardamos para una próxima vez. Ante las adversidades, buena cara y a disfrutar.


Caminamos desde la orilla izquierda. Un río con un caudal abundante nos acompaña en el paseo. La senda en ocasiones pierde su nombre y su firme. Hay un pequeño tramo que hace que ralenticemos un poco la marcha pero con la ayuda de nuestros grandes compañeros, los bastones, conseguimos pasar sin problema.





El primer abrigo nos sale al encuentro. Aquí, con la ayuda de los paneles informativos, aún podemos descubrir los grabados que en sus paredes se encuentran.




Más adelante, un par de saltos de agua aparecen a nuestra derecha, provenientes de la canalización de aguas que se dirigen a la central.






El paisaje esta siendo digno de disfrute. Paredes rocosas, escarpadas laderas y nuevos abrigos en un recodo del entorno.





Aquí ya empezamos a jugar a ¿dónde esta Wally? pero con ciervos y cazadores. Por mi parte tengo que admitir que asentía a todo lo que nuestros jóvenes compañeros aseguraban encontrar aunque yo apenas “junaba” nada.








A nuestro alrededor podemos observar muchas cuevas e incluso, en una de ellas, un grupo de cabras nos observa muy atentas. Nosotros, prismáticos en ristre, les devolvemos las miradas.


Nos encontramos con una pequeña zona de descanso con dos mesas en un mirador sobre el río. Lugar más que propio para hacer una pequeña parada y dar cuenta de las delicias que surgen de nuestras mochilas.

Este es el momento en el que nos enteramos del inconveniente del puente hundido gracias a otros senderistas que vuelven tras comprobarlo. Como somos de naturaleza curiosa, aun así, bajamos hasta la orilla. Es curiosa la cueva que nos encontramos en dicho camino. Tiene de todo: bodega, barbacoa y zona chill out.






Ya en el cauce vemos con desolación la pasarela hundida y la imposibilidad de hacer un apaño para cruzar debido al caudal más que importante que lleva el río.






No pasa nada; vuelta por el mismo camino y tomamos nota para una próxima aventura por estos entornos.





Ya en los coches arrancamos para buscar un buen lugar donde comer junto con la posterior sobremesa. Lo encontramos a nuestra derecha. Un merendero con algunas mesas hará muy bien el papel protagonista en este momento.


Río Martín, volveremos, no lo dudes.








sábado, 6 de junio de 2020

GALLOCANTA. Circular por Berrueco.




Con el cuerpo todavía anquilosado tras el confinamiento y con la tesitura de no poder aun abandonar nuestra provincia, buscamos para este sábado un lugar para caminar y olvidar, para pasear y desconectar. Mirando en la bola de cristal que tiempo va a hacer, tomamos como destino la Laguna de Gallocanta.

Mochilas ligeras, con agua abundante y algún refrigerio para entretener a nuestros cuerpos serranos. Los ricos y suculentos bocatas se quedan en los coches, junto con una nevera que mantendrá frescas las cervezas a la espera que volvamos de este bonito paseo.


Conducimos hasta la localidad zaragozana de Gallocanta y aparcamos en el centro de visitantes que hay junto a la laguna. Lo primero, aprovechando la escasez de visitantes, nos acercamos hasta el observatorio que se haya junto a la orilla de este gran humedal.







Un rato de contemplación, empezando nuestra sesión fotografía. Menos mal que los carretes ya no son solo de 36, puesto que hoy nos quedaríamos cortos con uno e incluso con dos de ellos.

Volvemos junto los automóviles y tras andar por la carretera a nuestra derecha, encontramos un desvío marcado como PR-Z-33.








La climatología está siendo muy acorde para la ruta de hoy. Soleada, pero con una brisa que hace más que llevadera la caminata. Eso sí, bien de crema, que las pieles están aun acostumbrados a las luces del hogar, que tanto nos ha acogido estos días de reclusión.


Paseamos, charlamos, fotografiamos y, sobre todo, disfrutamos. Tras aproximadamente dos horas, en las proximidades de Berrueco, paramos en un pequeño parque con mesas y mucha sombra. Momento para disfrutar de las pequeñas viandas que comienzan a surgir de nuestras mochilas.




Callejeamos por Berrueco, pequeña localidad que nos ofrece un mirador a los pies de los restos de un castillo. Tras un pequeño paseo y una breve charla con unos vecinos, buscamos la señal que nos indica por donde realizar esta etapa circular.  El siguiente sendero que encontrar será el PR-Z-18.




Entre carrascas y desvíos no muy bien marcados, continuamos de vuelta hasta Gallocanta. Estar ojo avizor al track, puesto que los carteles de señalización son más bien escasos o nulos.





Una vez de nuevo en el centro de visitantes, pondremos cuerpo al suelo y daremos cuenta de una merecida comida acompañada de la bebida cortesía de nuestros compañeros de caminata.

Y para completar una gran jornada, que mejor que un café “triunfador”.