Segundo
madrugón
en el camino. Aun están
poniendo las calles, sendas y bosques, cuando nosotras nos
levantamos. Sigilosamente nos preparamos, y con nuestra luz en la
frente, arrancamos con esa alegría
y espíritu
que da el estar dormidas.
La
etapa de hoy realmente es de Palas a Arzua, 28’8 kilómetros,
pero decidimos acortarla llegando solo a Ribadiso da Baixo, a unos
tres kilómetros
antes de Arzua.
Hemos
recibido erróneamente
la información de que la famosa “rompepiernas” esta en ese
ultimo tramo, por lo que será
más
fácil
realizarlo a la mañana siguiente, con el frescor matinal. Pero no,
estamos
equivocadas, y superamos dicha cuesta, con gran cansancio, y gran
esfuerzo, pensando que si esta no es la rompepiernas, como sería.
Comencemos
el andar. Salimos de Palas, con las primeras lluvias que nos van
acompañar el resto de los días. Hoy
va a ser la jornada de únicos
momentos negativos del camino, pero que solo serán
eso, momentos, ya que en nuestra
alma de
buen camino, no hay lugar para malos rollos y si para superar lo que
nos echen.
Desde
Palas, realizaremos una parte del trayecto, cruzando la nacional, y
caminando paralelas a ella.
Nos
toca realizar el alto para tomar fuerzas con un buen desayuno, y nos
encontramos con un lugar que nos hace parar en él, sin dudar.
Pasaremos
por San Xulián do Camiño, Ponte
Campaña,
aquí haremos una foto en el bonito albergue y continuaremos.
Leboreiro,
y su iglesia medieval, Furelos y su puente, y por fin, Melide y su
pulpo.
Aquí,
en la población de unión
del camino primitivo con el francés,
hacemos un alto para probar si la fama que tiene su pulpo es
merecida, y sí, lo es. Damos fe.
Con
la cata de pulpo y de vino blanco del lugar, hemos cogido fuerzas,
pero poco a poco se van de nuevo agotando. Faltan varias poblaciones
por pasar, nuestras piernas empiezan ya a fallar, y hasta tenemos
espejismos viendo el albergue reservado una hora antes de llegar. La
rompepiernas que estamos subiendo sin saber, esta acabando incluso
con nuestros ánimos.
Esta
hora final es la peor que hemos tenido en todo el camino. Ya no
hablamos, solo miramos hacia abajo intentando controlar la subida, y
levantando la mirada a ver si en algún
lugar visionamos Ribadixo.
No
sonreímos
apenas, perdemos fuerzas en cada paso. Y por fin, tras una bajada,
nos recibe un precioso lugar, un puente sobre el rio Iso, que
consigue solo apenas una sonrisa. Ahora levantamos la vista buscando
el letrero que nos ofrecerá
lugar para descansar, ducharnos y recuperarnos de la jornada.
Pero
lo que nos esperaba en el albergue no era el merecido descanso para
cuatro caminantas desfallecidas. Allí
tuvimos el desencanto de encontrarnos un albergue donde nos
recibieron sin apenas mirarnos a la cara, sin explicaciones apenas
del lugar, con unos baños mixtos sin aviso alguno, con unas duchas
que daban ganas de todo menos de usarlas, y con unas literas
hacinadas
en una minúscula
habitación. Para completar, el único lugar donde pudimos cenar,
estaba abarrotado, la atención fue pésima
y la cena estaba a la altura del lugar. Que
quede claro que estamos hablando del albergue privado de la aldea.
Con
todo esto, tuvimos el placer de conocer a un grupo de cordobesas
que nos alegraron la estancia y por fin, en el toque de silencio, nos
acomodamos como pudimos en unas literas que hacían
ruido solo por respirar en ellas.
Cuando
a la mañana siguiente descubrimos que no nos esperaba ninguna cuesta
“arrancapiernas”
como ya la habíamos bautizado, sino que en un fácil paseo llegamos
hasta Arzua, destino final real de esta etapa, nuestro chasco fue
importante. Pero en fin, sufriendo la parte negativa, se vive con más
aprecio los momentos positivos, que fueron muchos y variados.
No hay comentarios:
Publicar un comentario