NIEVE

martes, 14 de julio de 2020

16 etapa FROMISTA A CARRIÓN DE LOS CONDES.

 


Nuestra jornada empieza pronto. Anoche avisamos al resto del grupo que nosotros saldríamos pronto para quitarnos un buen tramo de Camino a la fresca de la mañana. Seguro que, llegado el momento de almorzar, estamos de nuevo todos juntos.




Con nocturnidad y alevosía abandonamos el albergue por la recta que comunica a todos los pueblos. Primer encuentro: Población de Campos; pequeña población donde no encontramos nada abierto, así que seguimos con fuerzas y ansias de encontrar un sitio donde tomar un gran caldero de café, a poder ser con algo que mojar en él.





A la salida, antes de cruzar el río Ucieza, encontramos la variante por Villavieca, más corta, pero más descubierta. Nosotros cruzamos y continuamos a la izquierda, más larga, pero con sombra;  más que deseable.  Cruzamos Revenga y después, un par de kilómetros más adelante, llegamos a Villarmentero de Campos que, aunque posee más bares, ninguno está abierto a nuestro paso.









Sobre las nueve de la mañana llegamos a Villalcazar de SIrga, donde, bajo la protección de Santa Maria La Blanca, llegamos a las puertas de un bar justo en el momento que levantan las persianas. La terraza, a las faldas de esta gran iglesia templaría, es una gran recompensa por la espera.






Empezamos con un café con leche y una napolitana, pero la pereza remolonea con nosotros y nos vemos casi obligados a pedir unos buenos huevos fritos con morcilla regados con una gran y refrescante jarra de cerveza. En estos menesteres nos hallamos cuando somos alcanzados por el resto del grupo.  Así que en esta grata compañía seguimos un buen rato en el lugar.






Sacudiéndonos la pereza, partimos, ahora ya todos juntos. Entre conversaciones y risas llegamos ya a destino. Apenas nos separaban unos seis kilómetros de Carrión de los Condes. 







Nuestro albergue es peculiar. Para todos, es la primera vez que pernoctamos en un convento en activo, en esta ocasión, de las Clarisas. Mientras el conserje que nos atiende nos toma los datos y sella nuestras credenciales, intenta vendernos alguna de las pastas que estas monjas elaboran. Pero topan con una pared, las morcillas nos han dejado K.O.







El grupo ya está más que unido, hasta el punto que organizamos todos juntos las etapas de los días siguientes. Tenemos el lujo, en estos tiempos de covid, de poder disponer de la cocina del albergue, así que correteamos por el pueblo en busca de un supermercado. Marco tiene el antojo de cocinar pasta al más que famoso estilo italiano. Decidimos dejar que sea feliz y que mime nuestros estómagos. Lo que no queríamos, pero no nos deja más opción, es que él pagara toda la compra en el supermercado. Pero, en fin, más que italiano parece maño, así que para compensar nos dedicamos a suministrar cerveza a todos los pinches que vamos a meter mano en el guiso.




Todos colaboramos de una forma u otra, aunque el tándem formado por Marco y Miguel es el que más guerra da en la cocina, mientras que Vicent se deja los dedos haciendo que una cuña de queso parmesano pase a ser rallado. Al final, el resultado es magnífico: pasta y pan con tomate para todo un regimiento, o al menos para todos los alojados en el albergue. En esta perfecta armonía llenamos nuestras panzas charlando hasta con un zagal que viaja con su padre y es un calco casi de mi hijo… ¿será que lo echo de menos?


Conociendo al resto de peregrinos trascurre la tarde. Un alto para las curas en los protagonistas del Camino, nuestros pies, a cargo de Luismi, todo un profesional después de doce caminos.


Llegado el momento de dormir, vemos que han llegado un grupo de bicigrinos, jóvenes y ruidosos pero bueno que se le va a hacer. A pretar los ojos e intentar dormir. 





lunes, 13 de julio de 2020

15 etapa. CASTROJERIZ A FROMISTA.

Con el frontal encendido salimos de la última villa burgalesa del Camino. Tras pasar el río Odrilla por un puente de madera, afrontamos la corta pero intensa cuesta de Teso. Es bueno esto de ir medio dormidos, hace que no te des cuenta de los miles de pasos que das.
En lo alto descubrimos el paisaje de Tierra de Campos. Recuperamos un poco de resuello contemplando los colores que nos rodean. Seguimos, ahora nos acercamos a la fuente del Piojo, no preguntemos el porque del nombre, mejor no saber.
A nuestra marcha, a nuestro caminar, el sol ya está encima de nosotros, mostrando todo su esplendor. De repente, dos peregrinos nos adelantan con el típico “Buen Camino”: él en un perfecto castellano con fuerte acento alemán, y ella con un gracioso deje tal vez del sur de España.  Los saludamos también, intentando recuperar un poco el aliento ya que estamos en plena subida de una loma y a nosotros todo el oxígeno nos es más que necesario. Cuando marchan delante de nosotros, Miguel y yo nos miramos perplejos ante el atuendo de ella. Chanclas sin calcetines y nevera de tela a la espalda. En fin, hay peregrinos para todo. Nos quedamos muy asombrados con ello y seguimos caminando. Quién hubiera dicho en aquel momento que esa chiquilla iba a significar tanto en nuestro Camino.
A nuestra izquierda, la parroquia San Nicolás: albergue perteneciente a Itero de Castillo. Caminamos por el puente de Fitero, o de la Mula, y damos el paso de la provincia de Burgos a la de Palencia. 
El sentimiento que experimentas al ir cruzando en tu caminar provincia a provincia es muy satisfactorio. Te sientes capaz de llegar a donde sea a través de la mejor de tus herramientas, las piernas. Traspasar los límites día tras día, dejando que tus pasos te lleven hasta la siguiente población con la convicción de que algo interesante saldrá a tu encuentro.
Y para celebrar la entrada en Palencia, paramos a desayunar. El bar tiene una amplia terraza en la cual nos instalamos y, mientras tomamos nuestros cafés, vemos pasar a varios peregrinos. Algunos de ellos también aprovechan el lugar para hacer una parada. 

Un lugareño nos acompaña a la salida del bar y nos explica un poco de la historia del entorno y como a nosotros nos gusta escuchar, pasamos un buen rato en su compañía.
Cuando aparece a nuestro lado el Canal del Pisuerga ya estamos muy cansados pero, al menos, este nuevo acompañante hace que el camino sea más ameno. Entramos en Bobadilla paseando por sus calles, junto al rollo jurisdiccional, contemplando algún palomar. De nuevo, junto al Canal.
Sobre las 13 horas llegamos al albergue: una merecida ducha y salimos limpios y ligeros a buscar dónde comer. Entramos en un restaurante que hallamos en la plaza Fromista. Esperamos a ser atendidos para preguntar si hay sitio cuando vemos que delante de nosotros están los peregrinos que tanto nos han llamado la atención por la mañana. Con una gran sonrisa ella se vuelven y nos saludan. Empezamos a tener una charla con ellos y pronto nos invitan a sentarnos con su grupo en la comida. Son sólo dos en esos momentos, pero están esperando al resto del grupo ya que uno de ellos ha tenido problemas con la espalda y han tenido que solicitar los servicios de un taxi para que les trasportara las mochilas y ellos parar un poco a recuperarse.

Accedemos gustosamente a sentarnos con ellos. Mientras, unas cervecitas y empezamos las presentaciones. Ella: Vicent, de Valdepeñas. Él: Mathias, de Alemania. La sorpresa mayor es cuando llega el resto del grupo. Uno de ellos, Marco, el italiano con el que compartimos la misa de la bendición del peregrino en Hornillos del Camino. 
Juntos ya en la mesa conocemos a Ana y Luis Mi, dos hermanos del País Vasco y a Santiago, de Pamplona. En la más perfecta armonía trascurre la comida y la sobremesa. 
Vuelta al albergue, donde estamos casualmente todos alojados. Aunque en estos tiempos de covid, esto no es mucha casualidad ya que hay pocos lugares abiertos. Perfectamente integrados en el grupo, entre todos procedemos a la búsqueda de dónde dormir ocho personas al día siguiente en Carrión. 

Está siendo difícil la tarea, pero al final la perseverancia de un vasco da sus frutos. Luis mi consigue alojamiento. Ya podemos relajarnos. Miguel y yo decidimos salir por Frómista con la intención de visitar una de las joyas del Camino: la iglesia de San Martín de Tours.
Quedamos más que satisfechos con la visita y con nuestras retinas llenas de Románico, nos sentamos a tomar una ligera cena de picoteo con unas cañas. Ahora ya a descansar, que mañana continúa el Camino.