Cuando
comencé los primeros pasos en este mundo, un amigo me nombro en
varias ocasiones esta gruta. Me pareció muy chocante el nombre y la
curiosidad hizo que buscara información.
En
el momento que vi las primeras imágenes del lugar nació mi amor por
la gruta de Lecherines y mis ganas por subir y conocerla.
Por
fin, llego el momento. Y
tras
verla,
os pongo a vosotros de testigos, puedo
decir que
volveré a repetir esta ruta.
Empecemos.
Partamos hasta la localidad de Canfranc pueblo. Nada más entrar, a
mano derecha, encontraremos un amplio aparcamiento donde estacionar
nuestro vehículo.
Ya
preparados, cruzamos la carretera separándonos del pueblo, y
encontranos un desvío en dirección “Majada de Gabardito”.
Comencemos
la subida. Ya empezamos a no saber donde mirar, el bosque que nos
recibe esta lleno de verdor, agua por todas las partes y el ruido del
rio nos acompaña en la mayor parte del sendero.
Primera
parada, en un curioso lugar, la fuente de la Pajeta. El agua mana en
una pequeña cavidad, pero no sale al exterior, así
que o te traes una paja de casa o te quedas con las ganas.
(Ha
quedado un poco mal la frase, pero es lo que es).
Seguimos
en ascenso, hasta llegar a una pista que en un rato nos llevará
hasta la siguiente fuente, la de los Abetazos. Esta ya tranquilamente
sacia la sed de los que hasta allí lleguen.
Tras
otro bosque, aparecemos en un amplio claro, que nos llevará hasta la
majada de Gabardito. Un refugio libre, con bastante ventilación. Le
rodea una amplia pradera, y empieza a asomar los mallos de
Lecherines, su pico y punta Tortiellas.
Un
nuevo pinar nos recibe, para encaminarnos hacia otro prado que nos
dejará en el comienzo del barranco que conduce a la gruta.
Empieza
a aparecer la nieve, en su mayoría helada, y comenzamos a preparar
los crampones para el ascenso.
Hasta
ahora el desnivel ha sido bajo, el camino ha ido zigzagueando y ha
hecho que casi sin darnos cuenta llegáramos aquí.
Pero
ahora toca el tramo complicado. Desnivel y hielo, pero nada que con
tranquilidad y buenos crampones no se pueda superar. Así que,
ayudados por el piolet, comenzamos el ascenso.
Paradas
para tomar aliento y contemplar lo que nos rodea. Roca gris y manto
blanco, algo oscurecido por la tierra que las ultimas aguas han
arrastrado.
Comienza
a llover pero ya estamos a puertas de la gruta. Y arriba, en lo alto
de la lengua de hielo, a nuestra derecha asoma una pequeña oquedad a
nuestros ojos, pero a medida que nos vamos acercando, vemos que el
tamaño es considerable.
Una
bajada blanca, desacelera nuestros pasos y con precaución pasamos a
su interior.
Aquí
ya pocas palabras puedo escribir. Columnas de hielo nos reciben,
rocas blancas, que empezamos a subir, para acceder un poco más a su
interior.
Toca
momento zen. Cada uno merodea por un rincón, asomándonos todo lo
que podemos y con precaución.
No
digo más, solo dejo fotos, y un consejo; Si no habéis realizado
esta ruta, apuntarla en vuestra lista de posibles. No os defraudará.
Como
la lluvia sigue arreciando, no podemos demorarnos más y comenzamos
el regreso. Al llegar a la majada de Gabardito parece que el agua se
toma una tregua, pero solo es un espejismo, pues en cuanto abrimos
nuestras fiambreras, empieza de nuevo a lloviznar, con lo cual,
engullimos literalmente y seguimos el descenso.
Y
aunque la meteorología a intentado aguarnos la jornada, no ha
podido. Por que en nuestras retinas esta la imagen del interior de la
gruta, y eso no hay agua suficiente que lo pueda borrar.
Que grande belen!! Por mas rutas asi!!! Un abrazo y espero vernos pronto!
ResponderEliminarHola Belén.
ResponderEliminarEste es un recorrido que tengo pendiente desde hace bastante tiempo, es un lugar precioso, que tiene la desventaja de que solo se puede pillar en su máximo esplendor unos pocos días al año.
Un saludo.