Despertarse
a las orillas de ibón es un sueño, y desde luego sueño tienes por
que la verdad que descansar en un refugio con literas corridas y
gentes de diferente “dormir” a tu alrededor se hace difícil.
Tengo
que reconocer que el paradisíaco lugar, peleo con la incomodidad de
la litera de arriba, en un rincón muy muy recogido. Pero los ánimos
enseguida se encienden, cuando nos sentamos ante un suculento
desayuno.
Así
que demos buena cuenta de él, preparemosnos, hidratándonos bien los
principales protagonistas de la ruta, los pies, y con ropa cómoda y
fresca empecemos la jornada.
Con la ropa a cuestas, que no ha dado tiempo a secar |
Arrancamos
desde el refugio, comenzando en descenso, desde el aliviadero del
ibón. Tenemos que encontrarnos con la cabaña de Lapassa, dejándola
a la derecha, continuando por la HRP.
Empezamos
a ganar altura, en busca del collado de Saoubathou y siguiente
objetivo, Plateau de Lhers. No, no se me ha vuelto el teclado loco,
recordar que estamos en Francia.
Siempre con la sonrisa a cuestas |
En
un punto del ascenso, nos encontraremos con el “Sentier de la
Liberte”, en el Portillo de la Cunarda. Lugar de paso de los
refugiados en la II Guerra Mundial.
Cresteamos
por el Pic de Burq, descendiendo por el Puerto de Palo.
De
nuevo, bajamos, en zigzag hasta la Cabaña de Bonaris y otras, ya en
ruinas.
Estamos
en la recta final, nos introducimos en el bosque hasta alcanzar el
parking de Labrenère.
Parecia una frontera custodiada por..vacas francesas.. |
Preciosas flores, preciosao color |
Aquí
tenemos la opción de seguir por pista asfaltada o alargar un poco
por bosque.
Nuestro
cansancio nos hace elegir la primera opción, y desde luego, las
fresas que nos encontramos por el camino, nos hace alegrarnos de la
elección.
La
Senda de Camille, habitualmente, tiene concertado el camping de
Lauzart, pero este año esta en obras. Cuando realizamos la reserva,
se nos informo de este dato y se nos indico que nuestro lugar de
descanso sería el albergue de Pic d’Anie.
No
conocemos el camping pero desde luego, el lugar que nos albergo en
Lescún resulto de los más encantador y acogedor.
Eso
sí, como premio por el lugar, nos toca la parte más dura del día,
la cuesta de entrada que nos recibe en el pueblo. Juro que había
momentos en que parecía que no te movias.
El
edificio del albergue esta enfrente del hotel. Tuvimos una habitación
con doble litera, donde pudimos descansar muy bien. Y la cena y el
desayuno fue en el comedor, digno de contemplar, en el pequeño y
bonito hotel.
Después
de la merecida ducha, de un escueto lavado a alguna muda y ya
vestidas con ropa limpia...¿Cual es el siguiente paso? Muy listos
los lectores, correcto, toca salir a la terraza del bar, y saborear
unas frescas cervezas en compañía de los amigos de la senda.
Como
el tiempo acompaña y el lugar invita a ello, nos damos un paseo
“Camille” con todo el grupo que hemos conocido en el trayecto.
NOTA:
En Lescún existe un pequeño comercio...pero ...cierra los
miercoles… hemos dado en la diana.
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