Superada
la primera noche y con mucha satisfacción.
La habitación para nosotras solas hace mucho y además, que yo sin
preocupaciones duermo de maravilla. Y
esto
es lo que hay, mucha felicidad, buena compañía y una sonrisa en la
cara. No pido más.
Ale,
toca recoger los pocos bártulos que hemos sacado, y bajamos a
desayunar. Bueno, copioso y sobre todo, estimulante. No se si es la
cafeína o la promesa de otro día más en la montaña lo que hace
que pronto estemos activas.
Calcémonos
las botas y a por la jornada de hoy, que promete. Esta ya es más
larga que la de ayer y muchos rincones conocidos nos esperan.
DISTANCIA | DURACION | ALT. Máxima | ALT. Mínima | Desnivel subida | Desnivel bajada |
17,4 | 6-7 horas | 2.115 m | 1,310 m | 1,070 m | 980 m |
Nos
toca recorrer al principio el mismo camino del día anterior. Lo
primero, una potente cuesta que desde el refugio nos conducirá
hasta el Gr11. Un pequeño bosque que nos llevará al refugio de
Ordelca, pequeño y curioso por su tejado, nos ofrece el momento de
echar una mirada atrás y contemplar el valle. Una bella garganta nos
llevará despacio y sin pausa hasta la próxima caseta, la de
Vernera, que nos acerca al collado del mismo nombre (1.984 m).
Paso
a paso, tomando dirección derecha, alcanzamos el puerto de Paul de
Vernera. Aquí
toca buscar por donde cruzar el rio, y ya sabéis,
si hace falta, a descalzarse toca, pero cruzar hay que cruzar.
Este
tramo lo recorremos en compañía de varios grupos que hacen la misma
senda. Empezamos
a tomar contacto con ellos, los mismos que más tarde pasaran a
formar parte de la historia de esta aventura. Que gran gente se
conoce en la montaña, y ellos son el ejemplo.
Próximo
momentazo, alcanzar el valle de los Sarrios, a nuestra izquierda.
Lugar que recomiendo conocer, es mágico y cautiva. La paz que se
respira en esta verde turbera, rebosante de agua, es fabulosa.
Cruzamos el valle por su lado izquierdo, intentando encontrar el
firme más seco, aunque la tarea se hace difícil.
No obstante, nada nos detiene. Tras varias paradas, para contemplar y
fotografiar todo lo que nos rodea, llegamos al final, donde pasaremos
a la derecha para salir del valle.
Descendemos
en zigzag, por la senda con marcas verdes y amarillas, compañeras de
mucha parte de la Senda. Pronto,
descubriremos a nuestros pies, el ibón
de Estanés,
buen compañero mio, en todas las estaciones del año.
Perdemos
altura hasta alcanzarlo, teniéndolo
a nuestro lado izquierdo. Aquí
como no, parada para descansar y algo de avituallamiento. Y desde
luego, por mi parte, baño refrescante en sus aguas.
En
fin, llega el momento de abandonar el lugar. Con pena, pero con
ansias de seguir descubriendo o reencontrando rincones, seguimos
nuestra marcha.
A
nuestra derecha, tomamos el puerto de Estanés.
Ahora tenemos que estar muy atentos, para no perdernos el próximo
desvío
(a unos 10,5 km del comienzo), brusco giro a la derecha para tomar el
pequeño sendero a la Chorrota de Aspe.
El
sendero oficial pasa por este rincón
pero no todo el mundo lo recomienda. El cauce del rio en estos
momentos es bastante, pero no es
imposible
cruzarlo. Además las últimas lluvias han arrasado parte del
camino. Pero nosotras tomamos la decisión de seguirlo.
Adelante
pues, por el estrecho camino entre pastos que nos llevará
a un bosque de hayas. El paisaje y el lugar ya empiezan a merecer la
pena. Ya en el barranco del Aspe, nos encontramos con el rio, de
abundante caudal, así
que buscamos por donde realizar el cruce con mayor seguridad. Pero
tenemos
la ayuda de una pareja que hicieron gala de su espíritu
montañero. Superado esto, toca cruzar la pedrera. El antiguo camino,
por encima de nuestras cabezas
esta en un estado lamentable. Diversos derrumbes han acabado con él.
Un poco más abajo, un nuevo sendero empieza ya a perder el nombre de
senda,
pero entre todos, con cuidado y poco a poco, conseguimos superarlo.
Bravo,
chicas. Superado el momento critico. Ahora, introduzcámonos
en el sombrío
bosque que nos espera para refrescarnos un poco.
Tras
salir de él,
un llano donde hay que subir de frente y alcanzar un collado. En un
cruce debemos de abandonar el sendero que lleva a la estación de
esquí
de Candanchu girando a nuestra izquierda a lo largo de la frontera.
Buscar las marchas verdes y amarillas en piedras. Pero ahi,
tuvimos el único momento de la travesía
en que no seguimos el camino oficial.
Nuestros
pies se equivocaron y aparecimos en la estación de Esqui. Momentos
de dudas, descanso y tomar la decisión de salir a la carretera para
no marearnos más
y alcanzar Somport desde allí.
Una
larga caminata en ascenso nos hizo anhelar que pronto apareciera la
silueta de Aysa.
Por
fin, hemos llegado, últimos
pasos para presentarnos, sellar las credenciales y como no, saciar
nuestra sed con unas refrescantes cervezas. Que tendrá
este liquido amarillo, espumoso, que sienta de maravilla a estos
cuerpos cansados y sedientos.
Este
albergue es un poco atípico, y aunque algo antiguo, se haya limpio y
en perfecto estado. Otra vez, habitación para nosotras solas, un
lujazo. Una buena ducha, alguna refrescante bebida más y dentro a
cenar, juntándonos con esta gente estupenda que estamos conociendo.
Buena
cena, copiosa y suculenta. Unas lentejas que dejaron huella en todos.
¡Que buenas estaban! ¿O será el hambre? Bueno, ambas cosas,
estaban riquísimas. Tras buenas risas con nuestros nuevos amigos, el
día llega a su fin.
Cansadas,
pero contentas, acostamos nuestros cuerpos, y pronto, por lo menos
por mi parte, nos abandonamos en manos de Morfeo.
Solo
un
inciso,
aunque no me lea nadie de la organización de La Senda de Camille,
quiero dejar unas letras para solicitar que mantengan en mejor estado
la parte de la Chorrota. Ya sé
que es la naturaleza la que ha deteriorado el lugar, pero algo se
podría hacer para rehabilitar ese trozo. Es una pena que la gente,
conociendo este hecho, no haga esta parte del recorrido y tome otra
opción
para llegar al refugio.
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