Venga
chicas arriba ¡¡ Esta es más o menos la frase que una de nosotras
emite cada mañana, pero doy fe, no era yo. Como siempre el amor de
las literas me abraza y aprovecho cada segundo en ellas.
Ahora
ya, levantadas, aseadas, preparadas toca tomar el desayuno que nos
dará
fuerzas para comenzar el día.
La
jornada pinta más
o menos como la anterior, pero personalmente para mi ofrece más
encantos. Una zona que no conozco y como premio, dormir en el más
esperado de los refugios, en el de Arlet, junto a un ibón
en medio de la nada y del todo, dentro
de territorio francés.
Arrancamos
hoy la jornada junto a nuestras amigas, las pelirrojas. Salimos del
albergue por la carretera hacia Francia
subiendo un montículo
a nuestra derecha, para descender al aparcamiento y ya tomar camino
de Santiago.
Continuamos
hasta que la carretera se interponga a nuestro paso, en un giro a la
izquierda. Aquí,
la tomaremos durante aproximadamente 100 metros hasta alcanzar el
cruce de la Cabaña de Pacheau. Antes de llegar, el sendero gira a la
derecha y seguiremos las indicaciones de “Causiat GR11”.
Ganando
altura entre el bosque, estaremos pendientes para encontrar el
próximo desvío
a la derecha “Val de Aspe”.
Nos
ayudaremos
por las marcas rojas que encontraremos en rocas, troncos y arboles.
Tras
cruzar el rio, daremos un giro de 180 grados, alejándonos
poco a poco del rio y volviendo a ganar altura.
En
un claro, nos encontraremos con la , donde las
guías
dicen que se puede comprar queso. Tras pasarla, el camino se
introduce en el bosque de Anglús, y aquí seguir las indicaciones de
Espelunguere
,
nombre bonito y fácil
de pronunciar.
Y
como es tan fácil,
tendremos que pasar por el valle de Espelunguere
,
el bosque de Espelunguere , y ni aun así, aprenderemos a
pronunciarlo.
Ahora
la senda empieza a zigzagear hasta las cabañas de
Alsout y Grosse,
tomando
después
ya el sendero bien marcado a la derecha hasta el collado de
Lapachouaou
, será por vocales…
Ya
nuestras fuerzas están
bajo mínimos,
aunque la parada a comer ha dado un pequeño empujón
a nuestras piernas, la subida final, bajo el pico Arlet, esta
haciéndose
eterna. En cada curva esperamos ver aparecer el refugio, pero este se
hará
de
rogar.
Pero
al final, todo llega y desde luego que no nos defrauda. El
espectáculo
que aparece ante nuestros ojos es digno de este esfuerzo y más.
Las
llegadas de cada jornada a los refugios
es el momento más brutal del día. La cordialidad con que nos
reciben en cada uno, las cervezas refrescantes que nos tomamos y las
duchas revitalizantes
son grandes compañeros de fin de jornada.
En
esta ocasión no vamos a poder darnos una de esas duchas, pero
hay otra opción.
Llegada
al refugio de Arlet, presentación de credenciales, asignación de
literas y a disfrutar del exterior con una fresca cerveza en la mano.
¿Que es lo que puede completar este maravilla? Un bañito
refrescante en el ibón.
Por desgracia es tarde ya y el baño debe de ser breve, para así,
tras una relajante charla, pasar
a cenar.
Esto
ya es indescriptible. El gran comedor, con esas vistas
impresionantes, y esa gran cena y nunca mejor dicho lo de gran, por
que pareció
no tener fin.
Y
aunque el entorno, compañía y lugar es maravilloso, nuestras
fuerzas ya empiezan a flaquear y ya con la tripa llena, desfilamos
para dejarnos atrapar por los brazos de Morfeo.
Lastima
que aunque el sueño y cansancio es muy fuerte, lucha contra el lugar
de las literas corridas que nos toco en suerte. Un poco encogidas y
descansando como podemos, damos por finalizada esta estupenda
jornada.
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