Como
buenas caminantas,
el despertador esta puesto a hora temprana para que la jornada sea
llevadera. Pero lo mejor, tener una compañera de sueño inquieto, y
así
no haga falta oír
el sonido desagradable de la melodía
del despertar. Con mimos y “buenos días” toca prepararse para la
marcha. Mochilas ya dispuestas, frontal a la cabeza, despedida con
cariño de nuestro primer albergue y toca empezar a caminar.
Al
salir de Portomarín, nos recibe una hermosa cuesta, entre la sombría
de un bosque. Pero es llevadero el caminar. Más adelante, entre
pinos y prados, las flechas nos conducirán
hasta el arcén de la carretera. Nos tocara cruzarla en varias
ocasiones, por lo que extremaremos
las precauciones.
Hemos
tomado un café de máquina
antes de salir del albergue, y
después
de un buen rato de caminar, decidimos parar y en un acogedor bar del
camino, nos disponemos a realizar la comida más importante del día,
el desayuno.
Un
café con leche, un zumo natural de naranja y una tostada al
gusto, serán
los manjares que, en las mayorías
de las mañanas, nos darán las fuerzas suficientes para continuar.
A
la salida de Ventas de Narón, una pequeña capilla, atendida por un
señor muy amable, será una nueva parada, donde poder sellar nuestra
credencial.
En
Ligonde, nos sorprende
una bonita casa que ofrece abrazos, te, café y agua gratis. Un grupo
de voluntarios atiende el lugar, y junto a un té, disfrutamos de una
buena conversación con ellos. El rincón
es precioso y cogemos energías
para continuar.
Ligonde |
Continuamos
por el arcén,
pasando pequeñas aldeas, diferentes paisajes y acompañadas por un
nutrido grupo de peregrinos que animadamente hacen el camino.
Como
hemos perdido a la mitad del escuadrón,
hacemos una breve parada en un bonito bar “a paso de formiga”.
Sesión de fotos, cervecitas y a seguir, ya nos queda muy poco para
llegar a Palas.
Nos
recibirá
primero una área
recreativa donde se halla el albergue publico, pero nosotras
continuamos hasta entrar a la población, con el gran acierto de
hallar enseguida el albergue reservado el día anterior, Mesón de
Benito.
Cansadas
pero felices, entramos a recepción,
donde somos atendidas muy familiarmente por Manuel, que tras tomarnos
los datos, nos acompaña a nuestra pequeña habitación. Eso si, la
sonrisa se nos cuaja un poco cuando vemos un tramo de escaleras ante
nosotras. Pero lo acogedor del lugar, pronto nos hará
olvidar este hecho, bueno...hasta el momento de bajarlas al estilo
“las muñecas de famosa….”.
Momento
zen-ducha y a buscar un comercio para comprar los ingredientes de un
delicioso bocadillo que mañosamente prepararemos en el albergue, y
en su comedor “zamparemos” con deleite.
Paseo
por Palas de Rei. Resulta ser una bonita población, donde con muchos
ánimos
paseamos y echamos una tanda de las mejores risas del camino.
Visitamos
calles, plazas e iglesias. A destacar la Iglesia San Tirso, donde
tendremos el primer contacto con una misa del peregrino.
Para
la cena, encontramos un Mesón, A Forxa, que llenará con
satisfacción
nuestras barriguitas.
Que bueno el pulpete |
Caldo gallego |
Garbanzos con bacalao |
Que bueno el pan de Galicia |
Continuamos
las risas, y vuelta al albergue. Donde estará esperando nuestro
“chino” particular, y a las 23 hs, toque de silencio y a dormir.
Superada
la segunda jornada, nuestros pies, aunque cansados, están
intactos, gracias a los mimos que les damos al arrancar y al ir a
dormir.
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