NIEVE

miércoles, 3 de julio de 2019

CAMINO FRANCÉS: 2ª etapa. RONCESVALLES A ZUBIRI .


Roncesvalles (Orreaga) a Zubiri.

En el albergue de Roncesvalles no hace falta el despertador. Una música ambiental comienza a sonar, y poco a poco, los peregrinos empiezan a desperezarse. Toca ponerse en marcha, comenzar a guardar las pertenencias y, desentumeciendo el cuerpo, colgarse la mochila a la espalda y seguir al resto de caminantes. Si miras alrededor, puedes ver rostros variopintos. Ilusión en la somnolienta mirada de la mayoría, con mejor o peor aspecto, pero llenos de ganas por continuar el Camino que queda por delante.
Arrancamos en el día de hoy, con la esperanza de que lo que hemos leído se cumpla. Deseando encontrar todas las poblaciones que las guías prometen.


Salimos del albergue con una sonrisa, esa que no nos abandona en las futuras jornadas. 21’5 kilómetros y diferentes pueblos que cruzar nos esperan. Foto obligada en el cartel que anuncia la distancia a Santiago de Compostela.


Comenzamos por el bosque de Sorginaritzaga o robledal de las brujas. Busco, pero entre los árboles no encuentro a mis amigas. En fin, estarán en otro sitio en estos momentos. En este lugar, en el siglo XVI, se celebraban múltiples aquelarres. Al pie del camino, una cruz blanca puesta por la Iglesia para purificar la zona.

«Al llegar al extremo de la cuesta, divisamos los tejados rojos y las casas blancas de Burguete, desparramadas por el llano.» Ernest Hemingway

Primeras calles por donde paseamos, Burguete (km: 2,8). La iglesia de San Nicolás sufrió varios incendios. En su plaza, en 1525, cinco piras acabaron con la vida de cinco brujas. Si disponemos de tiempo, podemos darnos un paseo por su cementerio, proclamado en 2014 “mejor camposanto de España”. Una gran letra Alfa en su puerta rige su arquitectura, basada en la igualdad entre los muertos.
En 1942, adoptó como escudo el que figuraba en la fachada de la iglesia. En realidad, se trataba del de la familia Oroz, quienes pagaron las obras de la fachada.

Aquí es donde tomamos un buen desayuno antes de proseguir el Camino. Paseando por su calle principal, vamos en busca de flechas que seguir.

Abandonamos Burguete-Auritz.


Km: 6,5; población de Espinal-Aurizberri (Auritz nuevo). Entramos por la iglesia San Bartolomé. Parada en su fuente, donde presenciamos que los actores principales de estos días se encuentran en perfecto estado. Si llegas en época micológica, puedes probar el hongo beltza. Y si dispones de tiempo, el museo de estelas discoidales funerarias es una buena opción cultural.

A la salida, tenemos que dirigirnos al alto de Mezkiritz (922 metros) y, cruzando la carretera, prestar atención para tomar la senda jacobea. Junto al arcén, imagen de la Virgen de Roncesvalles. En el descenso traspasamos una cancela y tomamos una senda artificial.

Tras atravesar un hayedo, llegamos a la población de Gerendiain-Viscarret, momento en que nuestros cuerpos nos piden un avituallamiento como Dios manda. ¡Madre, qué peligro tenemos…!

Esta población, en el Siglo XII, era fin de etapa debido a la existencia de un hospital de peregrinos, del cual quedan solo restos. La iglesia parroquial es del siglo XIII.

Linzoain-Lintzoain (Km: 13,3) Pasamos junto a un frontón y tomamos un camino muy empinado. Si nos fijamos, vemos las piedras “Pasos de Roldan”.
Toca ahora afrontar unos repechos por una pista forestal para alcanzar el alto de Erro. Entre abril y octubre podemos encontrar un bar móvil. Por una pista pasamos donde se ubicaba la Venta del Puerto, ahora solo restos. Toca tener precaución, viene una bajada intercalando tramos de escalones. En una zona de descanso encontramos un homenaje al japones Shingo Yamashita fallecido en el 2006.
Llegamos a Zubiri. En esta última población de la jornada, nos recibe el puente medieval de la Rabia sobre el río Arga. Cuenta la tradición que aquí curaban a los animales, pasándolos tres veces bajo uno de sus arcos, donde se supone que descansan los restos de Santa Quiteria. En la Edad Media fue llamado “Puente Paraíso”, porque cruzaba un río peligroso.
Lo cruzamos, entrando en Zubiri, y primera meta: localizar nuestro albergue.

Cansados, cruzamos todo el pueblo para encontrarlo. Lejano, pero muy acogedor. Somos recibidos por una encantadora chica que nos muestra nuestra habitación, una agradable estancia con tres literas.


Ritual a la llegada: ducha, masaje y, tras un breve descanso, salimos a visitar el pueblo y tomar una ligera cena. Si tenemos suerte igual podemos ver a Sebastián Zubiri, nacido en esta localidad.
La fuente de agua de Batueco se cree que tiene propiedades curativas. No dejéis de probar la chistorra, carne picada de cerdo con especias.
La etapa histórica acaba, no obstante, en Larrasoaña, a 5.5 kilómetros de aquí.

Nosotros, durante la cena, seguimos charlando de diversos temas. El día a día no consigue que se nos acabe la conversación. Felices y cansados, marchamos a dormir.

Un día más, una gran jornada y muchos buenos momentos.




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