Dicen
que hace mucho tiempo, donde ahora se halla el valle, no había
antes ninguna montaña. Unos grandes prados cubrían
esas tierras, donde los pastores llevaban a sus ovejas a pastar.
Cuenta
la leyenda, que uno de estos, se hallaba tranquilamente sentado,
tallando una rama de boj, cuando se le acercó un mendigo, de aspecto
miserable. Le habló y le dijo: “Llevo mucho tiempo sin probar
bocado. Deme algo de comer. Dios se lo pagará”. Al no responder
el pastor, volvió a repetir la frase pero solo
recibió
una mirada de asco que le observo de arriba a abajo.
Sin
hacerle más caso, escondió
su fardo de comida y siguió
tallando.
La
tarde cayo, y el mendigo seguía
insistiendo. Le hablo de sus penurias, de sus largas jornadas sin
probar bocado, de noches frías
y días largos. Mas el pastor, duro de corazón y de alma, lo aparto
y no quiso ayudarle.
Instantes
después
de esta negación, el valle quedo envuelto en una densa niebla, donde
el mendigo, desapareció, mientras
se escuchaba “Te perderás por avaricioso, y allí donde te
pierdas, saldrá un monte, inmenso, tan grande como tu falta de
caridad”.
El
pastor, que nunca había
visto nada igual, se levanto, y junto a su perro, intento reunir el
ganado. Llamo, grito, a pleno pulmón, corrió
de un lado para otro, pero nada consiguió.
El
hombre estaba desesperado, mientras una gran tempestad de nieve hacia
acto de presencia. En pocos minutos, todo se congelo, mientras que
pastor, perro y ganado, desaparecían
para siempre y nunca más se supo de ellos.
Cuando
volvieron a esas tierras, los aldeanos cercanos, encontraron altas
montañas donde antes había pastos. El rio dejo de circular
tranquila y plácidamente para pasar a precipitarse desde las
alturas.
Los
montañeses afirman que justo donde se perdieron, apareció una nueva
montaña de piedra y hielo. Fue el castigo de San Antonio, el mendigo
al que negó un currusco de pan.
Es
por ello que Monte Perdido esta compuesto de rocas y hielo, como el
corazón de ese pastor.
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