Peiró,
Aguila, Borón, Gratal.
Ahora el Tozal, y de pico a pico….uff Belén, mejor dejalo, lo de
las rimas no es lo tuyo.
Conocí
su imponente figura la primera vez que visite Nocito. El Tozal de
Guara, vigila y protege esta población. Impresiona su imagen y la
verdad es que llegar a su cima me parecía una gran prueba. Y no me
ha decepcionado, la jornada ha resultado muy satisfactoria, tanto por
el tiempo que nos ha acogido arriba, como
por todo lo que nos ha rodeado en la ascensión.
Como
la semana anterior había sufrido un pequeño percance en la espalda,
mis compañeros aceptan elegir la subida más asequible para mi baja
forma. Ademas, intento resumir el contenido de mi mochila a lo mas
imprescindible para aligerar la carga para mi columna.
Arrancamos
y nos dirigimos a Used, tomando el desvío de Arguis, dirección
Nocito, pero sin llegar, y en la carretera, un poco antes de Used,
hallamos un pequeño aparcamiento.
Por
una camino muy bien señalizado, vamos avanzando hasta encontrarnos
con un pequeño refugio, muy acogedor. Allí hacemos una breve
parada, junto con otros caminantes que están acompañados por un
gran y hermoso perro. Comienza una pequeña anécdota, que dará otra
nota especial al día de hoy.
Tras
una breve charla con ellos, reanudan la marcha y junto a ellos, el
bello animal. Pero la curiosidad de mi compañera de camino sobre la
raza del perro, hace que nos enteremos que no es de su propiedad,
sino que ellos han salido desde Nocito y el perro ha decidido
realizar la ruta con ellos.
Asombrados
con esto, nos despedimos de ellos, hasta el encuentro en la cima.
Más
tarde, tras el breve refrigerio, comenzamos de nuevo a andar, sin
abandonar la pista forestal. Existen atajos, y pequeñas sendas,
pero decidimos optar por la vía segura.
Entre
el bosque, y con un entretenido zigzag, el camino sigue
progresivamente subiendo. Noto que mis piernas se van poco a poco
convirtiendo en pesadas compañeras, pero con el ánimo y paciencia
de mis amigos, sigo poco a poco, paso a paso, continuando mi marcha.
El
bosque empieza a clarear, y un amplio prado sera lo próximo a
cruzar. Breves paradas para coger fuelle y alcanzaremos el collado.
Ya se empieza a ver lo que creemos es el Tozal, y a ambos lados,
tenemos hermosas vistas que contemplar.
Paramos,
observamos, disfrutamos y fotografiamos. Arriba, arriba y más
arriba. Parece que el final esta cerca, pero hemos sido engañados,
y tras un repecho, vemos que la cima esta aun por alcanzar.
Pero
ya no importa, nada va a evitar que lleguemos a la cruz, al punto
donde podremos descansar, en compañía de nuestro perruno amigo.
No
sabría explicar con palabras lo que se siente cuando llegas a la
típica cruz que señala que has conseguido tu meta. La sensación
es altamente grata, te sientes fuerte, te sientes plena, has
conseguido llegar y tienes el premio a tus pies.
Tuvimos
una gran suerte con la meteorología y, aunque una blanca niebla
parecía que iba a malograr las vistas, tal como vinieron, se fueron
y fue un espectáculo digno de contemplar.
Ahora,
entre nacionales y franceses, nos acomodamos y damos paso a disfrutar
de nuestra comida, compartida con mucho agrado con “Coco”, como
bautizamos a nuestro amigo de cuatro patas.
Comemos,
descansamos y charlamos. Coco se ha marchado sin despedirse, pero no
le guardamos rencor.
Ha
costado subir, pero mas cuesta tomar la decisión de marchar.
Y
como el que pega un fuerte y brusco tirón para arrancarse una tirita
o una banda de cera, cogemos nuestras mochilas y empezamos el
descenso.
Unas
cabras nos observan a lo lejos, y tomamos otra dirección para poder
observarlas más de cerca.
Con
cierta tranquilidad y precaución, seguimos, controlando la bajada.
Como
colofón, cervecitas y buenas risas en Nocito, donde
….tachannnnn…..Coco nos recibe con una amable panza arriba para
que le rasquemos.
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