PINSAPAR DE ORCAJO
El
primer día que leí el nombre de esta ruta, sentí mucha curiosidad
al no conocer a que se refería con el termino de “pinsapar”.
Así que, con la gafas bien caladas, busqué un poco para calmar la
duda. Y como escueto resumen, os podre decir que visitando un
pinsapar, descubriremos un bosque de abeto andaluz en la comarca de
Daroca.
Partimos
pues a conocer este árbol, que tan cerca esta de nuestra capital.
Dirigiéndonos a Daroca, seguiremos hasta llegar a la localidad de
Orcajo.
Aquí
podemos optar por dejar el coche en el pueblo, o salir de él y
estacionar en la fuente-merendero que encontraremos en las afueras
(aproximadamente a 1 kilómetro y medio).
Preparémonos
para la andada, que resultara fácil y rodeada de muy diversas
tonalidades. Nosotros optamos por tomar atajos y realizar la ruta a
nuestra manera. Para así, entre risas, flores, pinos y pinsapos,
amenizar la jornada.
Desde
el merendero, a unos metros, tomaremos un camino a nuestra izquierda,
observando el otro, que será el que nos traerá de vuelta.
Caminaremos
entre campos de cultivos, pasaremos junto a las ruinas de una
paridera, y poco a poco nos iremos aproximando a la ladera del pinar,
encontrándonos una señalización del pinsapar.
A medio kilómetro
aproximadamente empezaremos a encontrarnos los primeros ejemplares de
pinsapos.
Y
ahora es cuando nuestro grupo, opta por subir la ladera a nuestra
manera, (respetando claro esta el entorno), acortando el camino y
optando por ir descubriendo poco a poco todo lo que nos quiera
sorprender.
Andados
ya unos cinco kilómetros, encontramos un lugar ideal para realizar
la parada a comer, y aunque es aun pronto para ello, decidimos
quedarnos, hacer tiempo charlando, y riendo, hasta llegada del
momento de sacar las viandas y dar cuenta de ellas. Estamos en la
Ermita de San Nicolás, que a su vera posee una mesa, con sombra,
aunque hoy no nos hace falta, la mañana esta siendo muy agradable.
Toca
el momento de volver, hacemos la ruta circular, y dejando a nuestra
espalda este lugar, tomamos dirección contraria a lo que cabria
esperar. No volvemos por donde marca Orcajo, sino Atea. Este camino
tiene conexión con otro que volverá a llevarnos al merendero
inicial, y nos mostrará otra visión de Orcajo, y seguiremos
disfrutando de los colores del entorno.
En
la vuelta, ya cercanos a alcanzar el camino que nos llevara al punto
final, un pequeño arroyo hará que practiquemos salto sin chapuzón.
Una
buena ruta, sencilla, curiosa y cerca de Zaragoza.
Como
complemento, recomiendo visitar la localidad de Daroca.
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