NIEVE

domingo, 12 de marzo de 2017

PINSAPAR DE ORCAJO

El primer día que leí el nombre de esta ruta, sentí mucha curiosidad al no conocer a que se refería con el termino de “pinsapar”. Así que, con la gafas bien caladas, busqué un poco para calmar la duda. Y como escueto resumen, os podre decir que visitando un pinsapar, descubriremos un bosque de abeto andaluz en la comarca de Daroca.
Partimos pues a conocer este árbol, que tan cerca esta de nuestra capital. Dirigiéndonos a Daroca, seguiremos hasta llegar a la localidad de Orcajo.
Aquí podemos optar por dejar el coche en el pueblo, o salir de él y estacionar en la fuente-merendero que encontraremos en las afueras (aproximadamente a 1 kilómetro y medio).

Preparémonos para la andada, que resultara fácil y rodeada de muy diversas tonalidades. Nosotros optamos por tomar atajos y realizar la ruta a nuestra manera. Para así, entre risas, flores, pinos y pinsapos, amenizar la jornada.

Desde el merendero, a unos metros, tomaremos un camino a nuestra izquierda, observando el otro, que será el que nos traerá de vuelta.

Caminaremos entre campos de cultivos, pasaremos junto a las ruinas de una paridera, y poco a poco nos iremos aproximando a la ladera del pinar, encontrándonos una señalización del pinsapar.
A medio kilómetro aproximadamente empezaremos a encontrarnos los primeros ejemplares de pinsapos.

 
 
 

Y ahora es cuando nuestro grupo, opta por subir la ladera a nuestra manera, (respetando claro esta el entorno), acortando el camino y optando por ir descubriendo poco a poco todo lo que nos quiera sorprender.




Andados ya unos cinco kilómetros, encontramos un lugar ideal para realizar la parada a comer, y aunque es aun pronto para ello, decidimos quedarnos, hacer tiempo charlando, y riendo, hasta llegada del momento de sacar las viandas y dar cuenta de ellas. Estamos en la Ermita de San Nicolás, que a su vera posee una mesa, con sombra, aunque hoy no nos hace falta, la mañana esta siendo muy agradable.
 
 
Toca el momento de volver, hacemos la ruta circular, y dejando a nuestra espalda este lugar, tomamos dirección contraria a lo que cabria esperar. No volvemos por donde marca Orcajo, sino Atea. Este camino tiene conexión con otro que volverá a llevarnos al merendero inicial, y nos mostrará otra visión de Orcajo, y seguiremos disfrutando de los colores del entorno.
 
 En la vuelta, ya cercanos a alcanzar el camino que nos llevara al punto final, un pequeño arroyo hará que practiquemos salto sin chapuzón.


 
Una buena ruta, sencilla, curiosa y cerca de Zaragoza.
Como complemento, recomiendo visitar la localidad de Daroca.












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