NIEVE

sábado, 1 de septiembre de 2018

IBÓN DE ORNÁ (desde Espélunguère)



Hay rutas poco transitadas y apenas conocidas que tienen un doble encanto, el paisaje y la paz. Y esta es una de ellas. Reconozco no haber oído hablar de este ibón pero tranquilamente me deje aconsejar por mi amigo de caminatas. Y como siempre, acertó.

Pasamos hoy al país vecino, con el que compartimos estas maravillosas tierras llamadas Pirineos.

Con un coche repleto de juventud, excepto la conductora que se puede mas asimilar a cabra de una edad que no viene al caso (jajaja pero solo basta con preguntar…), arrancamos hacia Huesca donde completaran la expedición mi gran amigo y su sobrina, otra joven en muy buena forma.

Con una suculenta parada en Villanúa para desayunar, tomamos rumbo a cruzar el túnel del Somport. Tras unos tres kilómetros, tomaremos desvío, dirección Forges de Abel, para aparcar junto a la central.

Más adelante existe otro aparcamiento, pero no nos fiamos mucho del estado de la pista, además, el comienzo es por unos agradables atajos por el bosque.






 
Enseguida, nos encontraremos con la cascada de Espélunguère.


 
Tras una buena sesión de fotos, continuamos caminando saliendo del bosque. Cruzamos la GR de mi querida Senda de Camile y continuamos por el barranco, hasta llegar al Col d’Escalé, frontera entre los dos países, utilizando ahora la Gr11 para continuar.



 
Uno de los sitios con encanto de esta, una senda entre un bosque de helechos. Aquí un poco de cuidado, las plantas se han zampado el sendero y apenas hay paso. Atentos a no salirnos por la pendiente de nuestra izquierda.















 
Al llegar al ibón, sentimos un poco de pena, el nivel del agua es muy bajo. Pero el lugar, todo lo que le rodea y el silencio que se respira pronto nos hace olvidarnos de esta pequeña decepción.

Momento y lugar adecuado para prepararnos a comer. A la sombra de una enorme roca, nos disponemos a ello. Y como no podía ser menos en este idílico lugar, los jóvenes de espíritu deciden echarse la siesta y la juventud en cuerpo y alma empieza a aventurarse por el entorno e investigar.



 
Con tristeza y pena, pero repletos de la energía que nos ha dado el lugar, llega el momento de retornar.

La vuelta se realiza por el mismo camino.


Las nubes casi siempre, tienen formas caprichosas.
 
Lo que le gusta una vaca a una de ciudad.

En el track que adjunto, solo esta la ida, por lo que habrá que multiplicar por dos la distancia.










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