Hay
rutas poco transitadas y apenas conocidas que tienen un doble
encanto, el paisaje y la paz. Y esta es una de ellas. Reconozco no
haber oído hablar de este ibón pero tranquilamente me deje
aconsejar por mi amigo de caminatas. Y como siempre, acertó.
Pasamos
hoy al país vecino, con el que compartimos estas maravillosas
tierras llamadas Pirineos.
Con
un coche repleto de juventud, excepto la conductora que se puede mas
asimilar a cabra de una edad que no viene al caso (jajaja pero solo
basta con preguntar…), arrancamos hacia Huesca donde completaran la
expedición mi gran amigo y su sobrina, otra joven en muy buena
forma.
Con
una suculenta parada en Villanúa para desayunar, tomamos rumbo a
cruzar el túnel del Somport. Tras unos tres kilómetros, tomaremos
desvío, dirección Forges de Abel, para aparcar junto a la central.
Más
adelante existe otro aparcamiento, pero no nos fiamos mucho del
estado de la pista, además, el comienzo es por unos agradables
atajos por el bosque.
Enseguida,
nos encontraremos con la cascada de Espélunguère.
Tras
una buena sesión de fotos, continuamos caminando saliendo del
bosque. Cruzamos la GR de mi querida Senda de Camile y continuamos
por el barranco, hasta llegar al Col
d’Escalé, frontera
entre los dos países,
utilizando ahora la Gr11 para continuar.
Uno
de los sitios con encanto de
esta,
una senda entre un bosque de helechos. Aquí
un poco de cuidado, las plantas se han zampado el sendero y apenas
hay
paso. Atentos a no salirnos por la pendiente de nuestra izquierda.
Al
llegar al ibón,
sentimos un poco de pena, el nivel del agua es muy bajo. Pero el
lugar, todo lo que le rodea y el silencio que se respira pronto nos
hace olvidarnos de esta pequeña decepción.
Momento
y lugar adecuado para prepararnos a comer. A la sombra de una enorme
roca, nos disponemos a ello. Y como no podía
ser menos en este idílico
lugar, los jóvenes
de espíritu
deciden echarse la siesta y la juventud en cuerpo y alma empieza
a aventurarse por el entorno e investigar.
Con
tristeza y pena, pero repletos de la energía
que nos ha dado el lugar, llega el momento de retornar.
La
vuelta se realiza por el mismo camino.
Las nubes casi siempre, tienen formas caprichosas.
Lo que le gusta una vaca a una de ciudad.
En
el track que adjunto, solo esta la ida, por lo que habrá que
multiplicar por dos la distancia.
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