Ruta
tras ruta, voy aprendiendo cosas. Una de ellas es, que si a mi
compañero Fer se le mete entre ceja y ceja hacer algo, hay que
hacerlo, por que es más que seguro que merecerá la pena.
Y
este es uno de esos momentos. Mencionó en varias ocasiones hacer el
Pico Los Monjes, así que cuando decidimos hacer una escapada,
elegimos este destino.
Arrancamos
hacia Astún, aparcando junto al Hotel. Nos preparamos bien, llevando
buena reserva de agua, por que el día promete caluroso.
De
frente, iniciamos el camino dirección al ibón de Escalar. A nuestra
izquierda, una pequeña cascada nos da la bienvenida, en una buena
subida, que pronto empieza a calentar nuestras piernas. Cuando las
fuerzas flaquean, nos alcanzan los típicos montañeros de tez
arrugada y piernas como rocas, y esto hace que nuestro orgullo nos de
un empujoncito más.
Nos
encontramos ascendiendo por el barranco de Escalar, con tramos para
recuperar el resuello que, por su vertiente derecha, nos conducirá
hasta el ibón del mismo nombre.
El
calor aprieta, el desnivel se va llevando y con la excusa de hacer
fotos a semejante entorno, vamos poco a poco llegando al ibón (2.080
mts).
Momento
de tomar un pequeño bocado y de hidratarnos. Rodeándolo,
continuamos por una suave subida hasta el collado de los Monjes.
Aviso a caminantes, lo que nuestros ojos van a contemplar os va a
impactar, seguro, por que nos hayamos ante un increíble y
maravilloso balcón al Midi.
Olvidaros
de las prisas y quedaros en el collado un buen rato, estoy seguro que
no os decepcionará.
Una
vez disfrutado el momento, continuamos hacia la cima del Pico de Los
Monjes o Pic des Moines. La
primera parte del ascenso se realiza fácilmente
y solo en la parte final encontraremos la parte de trepada, que
realizaremos con cuidado pero con poca dificultad.
En
muchas ocasiones, mi frase preferida es: “Nos vemos en las
montañas” y en esta jornada, esto se ha cumplido. Cuando estamos
ascendiendo el pico, nos encontramos una joven que baja corriendo, y
cual es nuestra sorpresa, que es nuestra compañera y amiga de muchas
rutas, que baja en compañía de otros miembros de nuestro grupo.
Así
que, ante su invitación de esperarnos a que bajemos del pico,
continuamos el ascenso.
Ya
estamos en cima, y desde allí,
con un giro de 360 grados, contemplamos todo lo que nos rodea.
Momento de descanso y fotos. Momento de agradecer a Fer que haya
insistido en hacer esta ruta.
Toca
retornar
hasta donde nuestros amigos nos están
esperando.
Ya
reunido el pequeño grupo, comenzamos el regreso, esta vez por el
ibón de Las truchas.
Tomamos
el atajo, sin crestear, para asomarnos a la otra vertiente. Ya con el
ibon a nuestros pies, bajamos hacia él. La hora, hace que decidamos
quedarnos en él
a comer.
El
día no podía
ser mas redondo. Alli, con los rayos de sol calentando nuestra piel y
la fresca agua enfriando estos calores, damos cuenta a las viandas,
acompañada por una exquisita ensalada que Josema nos prepara con
productos de su huerta.
Comida,
charla y relax. Un buen trio.
Disfrutado
este momento, caminamos hasta el mirador del bar “Los ibones” que
se encuentra al final del telesilla.
Ahora,
por pistas, retornamos hasta los vehículos.
Y como no, redondeamos el día, con unas cervecicas en Sabiñanigo.
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