Guara
no deja de sorprenderme. Cada uno de los picos que he tenido el
placer de ascender, cada garganta que he podido atravesar, cada
rincón que he sentido y disfrutado… y día tras día, sigo
disfrutando de nuevos lugares.
Y
agradezco a las previsiones meteorológicas que nos hayan hecho
decidirnos por este pico.
Nos
enamoramos de él, cuando nos fue presentado desde lo alto del Pico
Borón. Y nos dijimos que iríamos a conocerlo en persona. Y aunque
la ocasión se ha demorado, todo llega y por fin el encuentro ha
tenido lugar. Lo mejor, poderlo compartir con mi fiel amigo de
correrías, con el que compartí cumbre en Borón, y junto a él me
enamore de este pico, el Fragineto.
Partamos
pues con el relato de este gran día.
Pongamos
en marcha los motores de nuestros vehículos y dirijámonos a el
parking de La tejería. ¿Mas pistas ? Bueno, vale, pasado Huesca,
nos dirigimos a Barbastro, dejando atrás el desvío a Loporzano,
tomamos el de dirección a Liesa. Antes de llegar a Aguas, nos
desviamos a la izquierda por la carretera que lleva a la presa de
Guara. Encontramos una rotonda con la indicación presa y San Cosme,
y nos adentraremos en una pista de tierra con firme bastante
aceptable. La Tejeria dispone de zona de aparcamiento para 6 u 8
vehículos.
El
día nos recibe con niebla, niebla que nos empapa, por lo que nos
pertrechamos para superar esta humedad.
Tomaremos
la pista que se comparte para ir al Tozal y Nocito. Nuestro primer
destino, ermita de Fabana, tras un breve paso por una senda entre
pinos.
Sigo
sin comprender como se deja perder una edificación de este estilo,
ya que se encuentra en avanzado estado de deterioro. Iglesia románica
del siglo XII, de una sola nave.
Descripción:
pincha aqui
Tras
una sesión de fotos al lugar, lo abandonamos para continuar por el
frescor sombrío
del pinar. Descendemos (que manía
con bajar para luego subir..) junto al rio que, de momento, no
tendremos que cruzar.
En
los cruces que nos encontremos, optaremos por la dirección
“collado de Petreñales”. Poco a poco, nos iremos acercando al
barranco del rio Calcón. Aquí
ya no tenemos más opción
que entre increíbles
equilibrios, vadearlo por las piedras, que en la mayoría
de las ocasiones evitaran que nos mojemos. Aconsejo el uso de
bastones para lograr tales malabares.
Aun así no podemos evitar que en algún
pequeño traspies, nuestras botas prueben las frías
aguas.
Tras
las ultimas lluvias el cauce lleva buena cantidad de agua, pero la
belleza del lugar hace que superemos esta dificultad.
Tras
vadear el rio en diversas ocasiones, superamos la garganta y llegamos
a un nuevo cruce. El de la izquierda, es el acceso más
directo al Fragineto, que sera nuestro camino de retorno. Pero para
la ida, seguimos rectos, dirección
a Petreñales.
Ascendiendo,
ascendiendo, entre bosque y algún
claro. Próximo
punto, collado de Petreñales y un cartel indicativo.
Aquí,
nuestra dirección, Corcurezo. Continuamos, ahora ya en un subir
constante, poco a poco nuestros pasos se hacen mas cortos, más
lentos. La niebla sigue siendo nuestra compañera. Todo esto nos hace
pensar que las vistas en lo alto no van a ser espectaculares, por lo
que mi cabeza ya empieza a pensar en una segunda visita al lugar para
poder disfrutar de ellas.
Alcanzamos
la cima del Corcuerzo, a 1666 metros. Cresteando, continuamos, poco a
poco, sin llegar a ver nuestro personaje principal del día, el
Fragineto. No sabemos cuanto queda por llegar, no podemos ver a dos
palmos de nosotros, y cresta tras cresta, hasta alcanzarlo. Por fin
estamos allí.
Y cual es nuestra alegría
cuando, justo entonces, la niebla empieza a aflojar y a abandonarnos,
empezando a visionar todo lo que se encuentra a nuestros pies.
Vadiello,
Calcón y el culpable de que hoy estemos aquí, el pico Borón, entre
otras muchas vistas.
Ilusionados,
nos paramos, contemplamos, y disfrutamos de este pequeño “oasis”.
Fotos, charlas y buenos momentos.
Pero
no nos podemos confiar, y como el tiempo aun aguanta, nuestro guía
en la “expedición” nos ofrece bajar por el cuello entre el
Montedinera.
Ahora,
precaución, bajada lenta y segura, en ladera entre piedra suelta y
erizones, para llegar de nuevo al collado y de alli retomar la
garganta. Ahora, aprovechando que el sol esta con nosotros, paso de
mojar de nuevo las botas, y opto por uno de mis mayores placeres. El
sentir el frio del agua en mis pies, me calzo con unas practicas
sandalias y, pantalón
“arremangado”, camino por el cauce, sin preocuparme de más.
El
encuentro con la ermita es diferente, el sol le da otro aspecto, y se
hace merecedora de nuevas fotos.
Volvemos
al coche, y nos cambiamos de ropa y calzado justo para meternos en
el, instantes antes de que una tromba de agua nos anuncie que la
jornada llego a su fin.
Añadir leyenda |
Fantasticas fotos Josema ¡¡