Para
la jornada de hoy, toca un paseo, aventurero y refrescante. Para
ello, nos acercamos a la localidad de Boltaña, por la carretera de
Fiscal. A pocos kilómetros,
a mano izquierda, encontraremos el desvío
de Ascaso. Una
pista forestal, aceptable para vehículos
no todo terreno como el mio.
Al
llegar, aparcamos, y nos disponemos a….no lo tenemos claro...pero
salimos a ver lo que nos depara el día de hoy.
Caminando
por Ascaso, encontramos un cartel que indica Morillo de S.Pietro, y
por ahí
que nos vamos. Tras un pequeño rato de caminar, empezamos a
visionar abajo las primeras pozas, y a lo lejos, el puente sobre el
arroyo de Ascaso.
Así
que ideamos la ruta de hoy, vamos a irnos de nuevo al punto de
arranque, cruzamos el pueblo y por un pequeño sendero vamos a ir
bajando hasta alcanzar un punto mas lejano del barranco.
El
descenso no es fácil,
pero sí
entretenido, vamos en zigzag, buscando pequeñas sendas, claros y
descensos, para ir poco escuchando mas cerca de nosotros el ruido del
agua.
Tras
dos kilómetros
de creación de camino, entre arboles y arbustos, ya tenemos a
nuestro alcance las primeras pozas.
Y
lo primero que hacemos es disfrutar de ellas. Unos refrescantes baños
y nos ponemos el calzado necesario para remontar el cauce, haciendo
un amago de barranquitillo.
Y
resulta muy divertido. Ahora tenemos que andar por rocas, ahora nos
sumergimos agarrando en alto nuestras mochilas, ahora nos agachamos
para pasar entre ramas y arbustos, vamos toda una yincana
acuática.
Nos
vamos encontrando pequeñas pozas, corrientes de agua fresca y
rincones de caprichosa belleza.
Cuando
más
o menos hemos llegado a un punto donde vemos claro el camino que
tomar para la vuelta, hacemos la parada para comer.
Durante
todo el trayecto nos hemos ido sumergiendo en las pozas que iban
surgiendo,
andando por sus frescas aguas. Ahora toca de nuevo un chapuzon y ya a
sacar las viandas de nuestras secas mochilas.
No
encontramos más
personas en el trayecto. Así
que disfrutamos de la paz del lugar. Momento de charla distendida
donde por mi parte disfruto de un suculento bocadillo que me ha
preparado un compañero, pero que me debe ver cara de hambre por que
el tamaño es tremendo. Es impresionante lo que puede salir de
nuestras mochilas, cervezas, olivas, banderillas, incluso ricas
chucherías
para el postre. Y pensando en aligerar el peso, damos buena cuenta de
ello.
Momento
zen, momento de disfrutar. El día es caluroso, y este lugar es
ideal para no darse cuenta de ello. Con nuestros cuerpos en continuo
remojo, no queremos pensar en la vuelta, solo queremos que el reloj
se pare en este instante.
Recogemos
todo y dejamos el lugar impoluto. Nada delatara nuestro paso por
aquí.
Seguimos
el remonte, y nuevas pozas vuelven a asombrarnos. A cada cual más
bonita y más
caprichosa.
Un
compañero ira de poza en poza, disfrutando cual niño chico. Nos
saca una sonrisa el ver como disfruta, y
hacemos una nueva parada y de nuevo todos a chapotear.
La
tarde va avanzando y ya va siendo hora de regresar. Nos
ponemos de nuevo las botas de “hacer el cabra” y
buscando un camino factible, volvemos hasta la senda que nos
llevara a Ascaso, ya visible sobre nuestras cabezas.
Y
para finalizar la jornada, cervecitas frescas en Boltaña, paseo, y
como nuestros cuerpos se resisten a abandonar el lugar, un poco de
picoteo para acompañar nuevas cervezas. A mi, las últimas
cervezas se convierten en naranjada, que malo es tener que conducir,
jejeje.
Y
con pereza pero con buena compañía, nos volvemos a nuestra Zaragoza
querida.