Todo
esfuerzo, recibe su recompensa. La subida de hoy nos da como
recompensa unas vistas impresionantes que hacen olvidar el trabajo
realizado para llegar allí, y ahora pierdes el aliento ante
semejante espectáculo.
Ruta
cercana, donde podemos alcanzar el lugar de arranque en una hora
desde Zaragoza. Vamos a acercarnos a la localidad de Arguis, y
aparcaremos en la explanada del bar La Foz. Detrás del
establecimiento encontraremos la senda marcada como Camino Natural de
la Hoya de Huesca.
Enseguida
pasaremos junto a la ermita de Nuestra Señora de Soldevilla y
caminaremos por las calles de la localidad de Arguis. Ya en una
pista caminaremos entre tierras de pastos, pequeñas granjas,
enlazando a unos kilómetros más adelante, con caminos forestales
entre tupidos pinares.
A
un kilómetro de este punto, nuestro track seguirá un atajo entre el
bosque para acortar la curva que describe la pista. Y, aunque evita
un buen trecho, el atajo en si es una aventura entre zarzas y maleza,
que aunque nos da motivo para reír y para disfrutar de la aventura,
es poco recomendable para personas que no tengan este espiritu.
Al
salir de nuevo a la pista antes abandonada, nos encontraremos ya la
senda marcada para subir al Peiró. A partir de ahora, ya solo queda
caminar despacio ganando a cada paso desnivel y sabiendo que esto no
va a cambiar. En este momento, se hace todo el desnivel de la ruta.
Pero, despacito y con ganas, cogemos aire, y empezamos la ascensión
continua. Entre el tupido bosque de hayas, pinos y una diversidad de
arboles, vamos admirando el pico protagonista de nuestra ruta.
En
un pequeño descanso en el desnivel, el hayedo toma ya todo su
esplendor, y encontraremos tramos de de pasamanos donde haremos
paradas para tomar aire y fotografiar el entorno.
A
nuestro paso, alcanzaremos el collado, entre verdes erizones, ya nos
quedaremos sin aire, primero por la subida, y segundo por las
impresionantes vistas que ya allí nos encontramos.
Tras
recuperarnos, seguimos la ascensión hasta el pico que se encuentra
ya arriba de nuestras cabezas.
El
día nos acompaña y alcanzamos la cima con un sol que nos abraza y
que hace que podamos pasear por la estrecha cresta, mirando en todas
las direcciones y no sabiendo con que vista quedarnos.
Así
que bajo la caricia del sol, nos aposentamos y nos deleitamos con lo
que nos rodea. Aquí ya se nos ha olvidado el desnivel que acabamos
de superar. Solo nos abandonamos al disfrute que el Peiró nos
ofrece.
Y
tras una hora donde nos cargamos las pilas, físicas y espirituales,
con un pequeño tentempié y un gran paisaje, decidimos con pena
comenzar la bajada.
Con
cuidado, ya que la escarcha mañanera a dado paso a un piso húmedo y
resbaladizo, realizamos toda la senda de bajada.
Al
llegar al cruce de pistas, tomaremos el camino que nos lleva al
embalse de Arguis, que cruzaremos por un puente en la presa. Y así,
llegaremos hasta el punto inicial.
Y
en una explanada cerca del lugar, realizamos la grata tarea de comer.