De lo que te surja en el camino, busca
el lado que puedas aprovechar. Huye de ver el lado negativo y busca
lo que pueda ayudarte a pasar lo que se presenta. Si nada de lo que
haces puede cambiar los acontecimientos, únete a ellos y saca
provecho de la situación.
Estamos viviendo tiempos muy difíciles.
No debemos bajar la guardia, cuidar de los nuestros y de nosotros
mismos. Pero recordad; mens sana in corpore sano.
Particularmente, me ha ayudado mucho
tener la mente ocupada. ¡Qué mejor que leyendo libros interesantes
(aunque algunos me han decepcionado); empaparme de guías de temas
que me apasionan y disfrutando de los rincones de nuestro hogar
acompañada de mis dos compañeros de vida! El confinamiento va
pasando adaptándonos.
Pero no os voy a mentir, necesitaba que
escapáramos. Y en cuanto leí que podíamos pasear por nuestra
provincia, a ello me puse.
Provincia de Zaragoza, allá vamos.
Buscamos y decidimos: un paseo con sombra para superar los calores de
estos días, sencillo (para ayudar a ponerse en forma a nuestras
piernas, que han tenido mucha inactividad).
Descubrimos la Sierra de Santo Domingo,
llena de diferentes rutas que parten de distintos puntos y
poblaciones. Nos decantamos por una ruta que parte del Refugio de
L'Artica en la localidad de Luesia. Para ello, saliendo en dirección
al campo del fútbol, dejándolo atrás, seguimos por una pista en
buenas condiciones hasta llegar a dicho refugio.
Cuando encontramos el cartel indicador
de Sierra de Santo Domingo, nos sorprendemos con la belleza del
lugar. Verde que te quiero verde, todo lo que nos rodea. Una gran
riqueza vegetal; compañeros como hayas, encinas y pinos ayudaran a
que la ruta de hoy discurra por un ambiente umbrío.
Al llegar, con tranquilidad, al refugio
de L'Artica, está ocupado por vacas que pastan sosegadas. Hay una
amplia explanada donde estacionar el vehículo y, por fin, hacer uso
de nuestras oxidadas piernas.
Encontramos diferentes pistas, pequeños
senderos que suben por los bosques, carteles confusos que no sabes
muy bien a dónde indican... pero con ayuda del track y algo
de paciencia, hallamos el camino correcto.
Cruzando el recinto del refugio y
saliendo por su parte posterior encontraremos una senda apenas
dibujada que marcha colina arriba en un claro entre dos laderas.
Comenzamos por esta zona que irá ascendiendo de forma progresiva y
por el Val de Palangar, hasta alcanzar la collada de Balsiruela.
Toca empezar a parar y mirar a nuestro alrededor. Si el día está
despejado dice que se puede disfrutar de la vista del Moncayo.
Poco a poco nos acercamos a Puy Moné.
En sus alrededores, bellos ejemplares vacunos y equinos hacen de
modelos para fantásticas fotos.
Y en el alto, junto al refugio,
hacemos un alto para disfrutar de las panorámicas que el lugar
ofrece; descanso y refrigerio.
Volvemos por la misma pista hasta el
punto donde hemos aparecido en el ascenso. En este caso continuamos
recto hasta cabo Bal, donde hallamos el indicador de “Senda
botánica 3” y pasamos a caminar por unos umbríos caminos donde
podremos encontrar carteles que nos presentan ejemplares de la flora
a nuestro paso.
El collado de Palomeros nos encaminará
hasta Ripas Altas, un precioso mirador acompañado de unas curiosas
formaciones. También podremos divisar el Tozal, Gratal y los mallos
de Agüero. Ahora, atención, a nuestra espalda tenemos el sendero a
tomar, que no se encuentra señalizado y puede pasar desapercibido.
Es el “sendero botánico 2”.
Disfrutando de la sombra y de los
rincones que nos vamos encontrando, llegamos hasta una representación
de una carbonera antigua. Un poco más adelante una pista, que
tomaremos a nuestra izquierda, y que nos llevará de nuevo hasta el
refugio del comienzo.
Allí, en unas mesas a la sombra,
disfrutamos de unos buenos bocadillos que nos saben a gloria después
de tantos días sin un avituallamiento en plena naturaleza. Y como
no, complementamos el momento con una breve siesta.
Tras desperezarnos, nos acercamos con
los vehículos hasta Luesia, donde una amplia terraza nos acoge y nos
sirve de lugar de charla y disfrute
.
Estupendo el primer día de escapada en la fase 2.
El sol ha jugado con nuestra piel, la
brisa ha acariciado nuestras mejillas y las vistas han llenado
nuestros espíritus.